A unas horas de un proceso electoral del 28 de julio en Venezuela: esperanza y confianza

La palabra cohesión social no resulta fácil definirla, no hay consensos sobre el tema, a veces se confunde con inclusión, pero va más allá, por varios años he intentado profundizar en ella y siempre me encuentro con una definición que algunos han utilizado para referirse a ella, como por ejemplo la ONU, y que me parece muy acertada para entender su alcance y sentido, porque se le presenta como ese pegamento social que hace posible que la sociedad permanezca unida y su complejidad está en el hecho que varia según país, ciudad, región, cultura, etc...

En el caso venezolano, creo que el chavismo actuó como un disolvente de ese pegamento, que tiene múltiples ingredientes, uno de ellos es sin duda el total de venezolanos que se han autoexiliado o exiliado en otras latitudes geográficas; otro ingrediente, es el modelo institucional que tradicional e históricamente nos acompañaba y que intentó ser arrebatado o cambiado a espaldas de la voluntad popular, basta revisar la amenaza de la ciudad comunal frente a la ciudad organizada políticamente en municipios; también en ese contexto lo símbolos patrios sufrieron cambios y ni hablar de la moneda que prácticamente desapareció entre tanto 0 que le fueron quitando.

Puedo así enlistar muchos ejemplos de cómo el chavismo actúo como un disolvente de esos valores y de esos principios que nos unía como población, que están allí debilitados, opacados, pero que el chavismo supo aprovecharse de esa situación para imponerse y así iniciar un proceso en el que fue una suerte de disolvente de nuestro pegamento social. 

Hago esa introducción, porque creo que uno de esos ingredientes del pegamento es la pasión electoral del venezolano, para quien cualquier proceso electoral, representaba una buena excusa para reunirse en familia o entre amigos y disfrutar de un buen encuentro mientras avanzaba el domingo electoral y se esperaban los resultados, que si bien podían o no gustar, se respetaban y se reconocían unos a otros.

En las elecciones de 1999, hay que reconocerlo, Chavez supo capitalizar tal situación, y la pasión electoral se unió con la esperanza que se fundaba en un deseo de cambio en la sociedad y llevó a Chávez a iniciar un proceso que progresivamente se convirtió en una suerte de disolvente de ese pegamento social que nos mantenía unidos.

En este proceso electoral, que ha sido tan atípico, caracterizado por un clima de intolerancia política y marcado por tanta desigualdad, Maria Corina Machado y Edmundo González Urrutia, han sabido capitalizar esa esperanza por un cambio que se acompaña de desesperación y cansancio, pero que además se une a la confianza en un liderazgo que ha despertado esa pasión electoral, en un clima de unidad de fuerzas políticas, que ha demostrado efectividad y eficiencia en la organización electoral que en el pasado siempre fue una debilidad.

La pasión electoral permanece en el ADN venezolano, y se ha potenciado en esta elección. Siempre el ser miembro de mesa, el ser formador de miembros de mesas para un proceso electoral, el movilizar para cualquier proceso electoral, ha sido un tema en el cual el elector venezolano se ha sentido cómodo, porque siempre le ha gustado y la ha apasionado, ésta vez ha despertado y se ha potenciado porque como no ocurría desde hace mucho tiempo atrás, el ciudadano se encontró con una conducción política que ha dado pasos suficientes para crear confianza y fijar una hoja de ruta viable, realista y oportuna.

Aún falta mucho por hacer para lograr restablecer los niveles necesarios de cohesión social, es decir restablecer ese pegamento social,  pero no tengo duda que el primer paso para ello será el concretar los votos necesarios para marcar el camino que lleve a un cambio político. Es obvio, que según los resultados electorales, su reconocimiento o no, la credibilidad de los mismos, según como sean anunciados por el CNE y respondan a las actas que tenga la oposición,  determinará el camino a seguir, que de concretarse los resultados que de forma sostenida han demostrado las encuestas, deberá activar la necesaria negociación para iniciar una transición, que nos llevará a otro capítulo, también complejo y nada sencillo.

No sabemos que pasará el domingo, pero si hay algo en el ambiente que advierte que será el inicio de un proceso político, que hasta ahora es desconocido para todos; además, si algo me ha dejado claro este proceso electoral, es que el recuerdo de Hugo Chávez se esfumó, no convoca masas de votantes, la conexión emocional se debilitó y se quebró, el chavismo quedó vaciado y ello ha sido provocado por sus propios herederos, quienes han intentado reeditar eventos y repetir un guion narrativo que ya no conecta. 

A este punto a horas de iniciar el proceso electoral, debemos agradecer a María Corina y Edmundo por ese extraordinario esfuerzo realizado en motivar, comprometer y movilizar a los venezolanos con el sentimiento de cambio a través de la vía electoral, y comprometernos todos, en particular quienes pueden votar, a superar todos los obstáculos que nos quedan por delante a los fines de defender el voto como acto y como concreción de una voluntad popular que quiere recuperar la libertad, la dignidad y la capacidad de crear un futuro de desarrollo y prosperidad donde todos tengamos espacio.

Queda mucho camino por delante, muchas etapas que superar, pero la que determinará esa hoja de ruta sin duda será el resultado electoral, que no será suficiente, pero si será el detonante de una serie de procesos que marcarán el camino a recorrer; sigamos acompañando la hoja de ruta que se ha definido y que hoy se acerca a superar otra etapa más de las que faltan por alcanzar la democracia.


Carlos Romero Mendoza

@carome31

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