Un portal argentino reseña la creación de la Guerrilla Comunicacional.
En el portal Web Contexto.com, de la República Argentina, Julio Blanck registra la noticia de las Guerrillas de Comunicación de la manera como se transcribe:
"Hay que agradecerle la transparencia de intenciones a Hugo Chávez, enérgico presidente de Venezuela desde hace ya once años. Acaba de fundar su "guerrilla comunicacional", una red de escuadrones de adolescentes, encargados de hostigar a los medios de comunicación enfrentados con su gobierno. Los guerrilleros, que tienen entre 13 y 17 años, usarán Internet, teléfonos celulares, incursionarán por Facebook y Twitter, repartirán volantes y pintarán murales en las calles, "para luchar contra la mentira y democratizar la información". ¿Le suena conocido?
Al mando, Chávez puso a una periodista que abandonó el oficio para hacerse funcionaria. No hay periodista que pueda conservar esa condición mientras está a sueldo de un gobierno. La jefa de la guerrilla mediática es Tania Díaz, flamante ministra de Información y Comunicación. El objetivo que le marcó su presidente fue combatir "la desinformación de la prensa independiente" ¿Le vuelve a sonar familiar?
Cualquier desprevenido podrá suponer que el pobre Chávez está solo en su lucha y que por eso apela a métodos tan curiosos. Pero no es que no tenga modo de hacerse escuchar. Su gobierno maneja actualmente seis canales de televisión, dos cadenas nacionales de radio y un emporio de medios alternativos que abarca alrededor de 600 estaciones de radio y 72 canales de televisión comunitarios. Hoy queda una sola cadena de televisión que no responde al gobierno chavista: es Globovisión y la tienen bajo fuego.
Cuando a Chávez no le gusta lo que dicen algunos medios va y les mete palo, nada de andar con vueltas. Por cierto, ciertos medios venezolanos han sabido hacer de las suyas y en su momento conspiraron abiertamente contra el gobierno constitucional. Pero Chávez es el poder del Estado y, salteándose elementales nociones de responsabilidad, pasa del verbo a la acción lo más campante.
Los émulos argentinos de Chávez no tienen su desparpajo, aunque sueñan, como él, con acallar a los que piensan diferente y, sobre todo, a los que informan lo que no les gusta.
Avanzan a paso redoblado por ese camino. No hay guerrilla mediática oficial, con título y despacho. Pero sí una vasta red oficiosa, convenientemente alentada y direccionada, que se expande por canales de televisión abierta y de cable; por diarios, periódicos y revistas; por emisoras de radio, blogs y sitios informativos en Internet.
Esa red tiene muchos participantes espontáneos, honestamente convencidos de defender una causa justa, que se dedican al sano ejercicio de la polémica y la contrainformación. Pero hay también una legión de operadores entrenados para inundar con mensajes insultantes a todo aquel que contradiga el deseo de sus patrones, sujetos que ejecutan la difamación y el escrache, la falsificación de hechos y persecución de personas. Sin pasar del verbo a la acción, por fortuna. Pero orillando peligrosamente esa tentación.
Algún entuerto se armó en estos días cuando el jefe de Gabinete blanqueó la existencia de esa red al reunirse con dos centenares de blogueros kirchneristas y ofrecerles financiamiento a sus actividades. Unos cuantos de estos internautas pusieron el grito en el cielo, porque no quieren saber nada con cambiar su independencia de criterio, que hoy los pone del lado del Gobierno, por una suma de dinero que los iguale a los que son empleados del poder.
El jefe de Gabinete, al fin y al cabo, no hizo más que poner en evidencia una constante de los Kirchner: para ellos la ideología se compra, o en el peor de los casos se alquila.
La laboriosa red kirchnerista reúne a militantes sinceros, tipos que han pasado la vida detrás de un ideal; pero también a una innegable manada de envidiosos, oportunistas, fanáticos y resentidos. Y hay intelectuales valiosos que ofrendan su libertad de pensar y elegir a dioses sin otro principio que su propia renta.
En el ejercicio autorreferencial que los sostiene frente a toda evidencia, quizás terminen por incluir entre los conjurados fantasmales del "clima destituyente" al trovador cubano Silvio Rodríguez, quien en Tonada del albedrío, canción de su último disco, Segunda Cita, canta:
Dijo Guevara el humano
que ningún intelectual
debe ser asalariado
del pensamiento oficial
Debe dar tristeza y frío
ser un hombre artificial
cabeza sin albedrío,
corazón condicional. (PERFIL.COM)"
"Hay que agradecerle la transparencia de intenciones a Hugo Chávez, enérgico presidente de Venezuela desde hace ya once años. Acaba de fundar su "guerrilla comunicacional", una red de escuadrones de adolescentes, encargados de hostigar a los medios de comunicación enfrentados con su gobierno. Los guerrilleros, que tienen entre 13 y 17 años, usarán Internet, teléfonos celulares, incursionarán por Facebook y Twitter, repartirán volantes y pintarán murales en las calles, "para luchar contra la mentira y democratizar la información". ¿Le suena conocido?
Al mando, Chávez puso a una periodista que abandonó el oficio para hacerse funcionaria. No hay periodista que pueda conservar esa condición mientras está a sueldo de un gobierno. La jefa de la guerrilla mediática es Tania Díaz, flamante ministra de Información y Comunicación. El objetivo que le marcó su presidente fue combatir "la desinformación de la prensa independiente" ¿Le vuelve a sonar familiar?
Cualquier desprevenido podrá suponer que el pobre Chávez está solo en su lucha y que por eso apela a métodos tan curiosos. Pero no es que no tenga modo de hacerse escuchar. Su gobierno maneja actualmente seis canales de televisión, dos cadenas nacionales de radio y un emporio de medios alternativos que abarca alrededor de 600 estaciones de radio y 72 canales de televisión comunitarios. Hoy queda una sola cadena de televisión que no responde al gobierno chavista: es Globovisión y la tienen bajo fuego.
Cuando a Chávez no le gusta lo que dicen algunos medios va y les mete palo, nada de andar con vueltas. Por cierto, ciertos medios venezolanos han sabido hacer de las suyas y en su momento conspiraron abiertamente contra el gobierno constitucional. Pero Chávez es el poder del Estado y, salteándose elementales nociones de responsabilidad, pasa del verbo a la acción lo más campante.
Los émulos argentinos de Chávez no tienen su desparpajo, aunque sueñan, como él, con acallar a los que piensan diferente y, sobre todo, a los que informan lo que no les gusta.
Avanzan a paso redoblado por ese camino. No hay guerrilla mediática oficial, con título y despacho. Pero sí una vasta red oficiosa, convenientemente alentada y direccionada, que se expande por canales de televisión abierta y de cable; por diarios, periódicos y revistas; por emisoras de radio, blogs y sitios informativos en Internet.
Esa red tiene muchos participantes espontáneos, honestamente convencidos de defender una causa justa, que se dedican al sano ejercicio de la polémica y la contrainformación. Pero hay también una legión de operadores entrenados para inundar con mensajes insultantes a todo aquel que contradiga el deseo de sus patrones, sujetos que ejecutan la difamación y el escrache, la falsificación de hechos y persecución de personas. Sin pasar del verbo a la acción, por fortuna. Pero orillando peligrosamente esa tentación.
Algún entuerto se armó en estos días cuando el jefe de Gabinete blanqueó la existencia de esa red al reunirse con dos centenares de blogueros kirchneristas y ofrecerles financiamiento a sus actividades. Unos cuantos de estos internautas pusieron el grito en el cielo, porque no quieren saber nada con cambiar su independencia de criterio, que hoy los pone del lado del Gobierno, por una suma de dinero que los iguale a los que son empleados del poder.
El jefe de Gabinete, al fin y al cabo, no hizo más que poner en evidencia una constante de los Kirchner: para ellos la ideología se compra, o en el peor de los casos se alquila.
La laboriosa red kirchnerista reúne a militantes sinceros, tipos que han pasado la vida detrás de un ideal; pero también a una innegable manada de envidiosos, oportunistas, fanáticos y resentidos. Y hay intelectuales valiosos que ofrendan su libertad de pensar y elegir a dioses sin otro principio que su propia renta.
En el ejercicio autorreferencial que los sostiene frente a toda evidencia, quizás terminen por incluir entre los conjurados fantasmales del "clima destituyente" al trovador cubano Silvio Rodríguez, quien en Tonada del albedrío, canción de su último disco, Segunda Cita, canta:
Dijo Guevara el humano
que ningún intelectual
debe ser asalariado
del pensamiento oficial
Debe dar tristeza y frío
ser un hombre artificial
cabeza sin albedrío,
corazón condicional. (PERFIL.COM)"
Fuente:
http://www.contexto.com.ar/vernota.php?id=23235