El 26 de septiembre es decisivo para el destino del voto universal, directo y secreto.

La carrera electoral se inicio para la recuperación de un Parlamento plural, en el cual se pueda garantizar un debate democrático, abierto e incluyente sobre los temas esenciales de la Nación, que irónicamente en un diseño constitucional que se define participativo y protagónico, con todo y una metodología como Parlamentarismo de Calle, ha sido secuestrado por quienes quieren imponer el Socialismo.


Hemos llegado a la elección de los diputados nacionales, y hemos dejado en el olvido a los Concejales, cuyo período legislativo hace un rato atrás se venció y espera por su renovación. ¿Por qué se ha dado primero la elección del Legislativo a nivel nacional y se ha dejado en agenda la elección de los integrantes de este poder en el ámbito local?.

Dos respuestas me vienen a la mente, ambas son consecuencia de las elecciones del 26 de septiembre. La primera me dice, si el oficialismo se impone en las parlamentarias entonces el camino hacia las Comunas será mucho más concreta como realidad política y obviarán, hasta se olvidarán de las elecciones de concejales, total ni siquiera los vecinos se han preocupado por tal situación, lo que refleja la poca identificación de los vecinos con el parlamento local, en términos generales.

La segunda me dice que si la oposición conquista un importante y significativo porcentaje de representación, entonces el oficialismo hará uso del espacio del parlamento municipal a los fines de alcanzar el objeto de consolidar las comunas y asfixiar esa instancia que representa la descentralización y el mejor instrumento para garantizar la autonomía municipal.

Tal vez sea una exageración estos escenarios, pero cualquier cosa es posible en este país en estos tiempos de hoy. Ahora bien, todo esto lo comento porque debemos entender que tal vez, Dios quiera me equivoque, estamos siendo testigos de una de las últimas oportunidades de votación universal, directa y secreta en Venezuela.

Si la Comuna se impone por vía de la Asamblea Nacional o vía del Concejo Municipal, estaremos entrando en un sistema que nos impone un autogobierno caracterizado por votación de segundo grado, donde los Consejos Comunales independientemente de la población que lo integra tendrá un voto afirmativo o negativo ante cualquier planteamiento en el ámbito del Parlamento Comunal.

El artículo 24 del proyecto de ley de las comunas, impone un sistema de representación en el cual cada Consejo Comunal activará su Asamblea de Ciudadanos, a los fines de debatir y consultar los temas que le serán atribuidos al Parlamento Comunal y para su decisión final, es decir para aprobar cualquier norma, disposición o plan comunal, tendrá que contar con el voto favorable de la mayoría de los Consejos Comunales, cada uno con un voto que es el resultado de la decisión tomada por la mayoría de los vecinos que participaron en la asamblea local.

Si analizamos la arquitectura de la participación ciudadana en la Comuna, veremos un sistema mixto donde no todo es elección universal y directa; allí la mención expresa de una votación universal, directa y secreta queda exclusivamente para la elección de los jueces comunales; pero si consideramos que la comuna operará a través de un autogobierno, pues sin duda la representación y votación en segundo grado del Parlamento Comunal impondrá la dinámica de manera general. Cuidado y con el paso del tiempo terminamos eligiendo al Presidente y a la próxima Asamblea Nacional en un sistema de niveles, en el que desaparece el voto directo, secreto y universal.

Hoy más que nunca la participación y votación del 26 de septiembre reviste una gran importancia histórica, porque nos jugamos no sólo el destino de la pluralidad democrática, sino que además nos jugamos el destino del voto universal, directo y secreto. La participación de todos es esencial.



Carlos R.

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