Los resultados del 26 S representan una oportunidad.

El 26 de septiembre de 2010 ha quedado grabado en la historia política y electoral del país no sólo por la importantísima participación de los electores, sino que también porque esa fecha impone el reto de recuperar el pluralismo, el debate y el control político desde el Parlamento Venezolano.

Como bien señala Giovanny Sartori en su libro La Democracia en 30 Lecciones, la Democracia no se limita a votar y a elegir, si bien las elecciones son una condición necesaria para su existencia, la misma no es suficiente. Una elección ha terminado y sus resultados nos permiten afirmar que es esencial e imperioso avanzar más allá de la Democracia Electoral que hemos vivido con pasión en las últimas semanas, en otras palabras, los resultados electorales representan una oportunidad que nos exige asumir desde ya la tarea de contribuir desde nuestro circuito electoral con la tarea nada sencilla de nuestros representados de recuperar el debate político plural e incluyente desde el Parlamento.

El nuevo Parlamento Nacional, que será plural, constituye en sí mismo un reto para la recuperación de la verdadera democracia, desde ese foro político la sabiduría, la humildad y el sentido común de los diputados serán los principales antídotos para lograr la superación de la exclusión, del misterio y de la intolerancia política que ha caracterizado la actuación legislativa del parlamento en los últimos años.

En este sentido, creo que la democracia participativa debe verse como una herramienta y una oportunidad para fortalecer esa nueva y difícil labor legislativa que en teoría debe iniciar en enero 2011; pues a través de la participación se podría consolidar un espacio de encuentro permanente y bidireccional entre diputados y electores del circuito respectivo para la consulta, la información y el debate legislativo, logrando con ello de manera efectiva no sólo darle mayor fuerza y legitimidad a la acción legislativa de nuestro representante, sino además trabajar de manera directa y efectiva en una alianza que contribuiría a fortalecer y a defender el debate político y plural a nivel nacional.

Como bien lo señala Giovanny Sartori en el libro previamente mencionado, el público en general nunca está informado, no sabe gran cosa de la política y menos aún le interesa la política, por lo tanto esa realidad permite a Sartori concluir que la participación verdadera tiene piernas cortas y se circunscribe a las cifras pequeñas, al respecto explica, que no es lo mismo ser participativo en una comunidad de 50 personas que en una sociedad de 10 millones de ciudadanos, en este último caso la participación se transforma, para ser efectiva, en refrendaria donde el elector participa separadamente en soledad y no colectivamente.

Sartori además advierte que un sistema en el que se “hinche desmedidamente” la participación, hace que la misma sea impracticable y conceptualmente peligrosa, logrando que bajo este diseño los ciudadanos terminen viviendo para servir a la democracia, en lugar de una democracia que vive para servir al ciudadano.

La propuesta de crear canales permanentes y formales bidireccionales entre parlamentarios y ciudadanos, no es nueva, es una estrategia que limita y circunscribe la participación del elector representado a su circuito electoral, creando desde allí una relación de cercanía con su representante y su gestión legislativa; además permitiría que esos canales sirvieran de manera mucho más efectiva para que estrategias como el denominado parlamentarismo de calle, se transforme en un espacio realmente plural e incluyente.

La participación ciudadana como aliada al ejercicio representativo y legislativo de nuestro Diputado es una vía esencial para lograr superar los obstáculos que sin duda pondrán a ese pluralismo parlamentario que ha nacido el 26 de septiembre, y es la mejor estrategia para que los temas como la descentralización, el proceso electoral, la seguridad ciudadana, entre otros puedan realmente ser debatidos en un clima diverso, por ende plural y en el que la Constitución sea respetada en su esencia y en su espíritu.

El 26 de septiembre de 2010 representa la oportunidad para que parlamentarios y ciudadanos, cada uno en su rol, en su espacio y en la medida racional de su alcance, logren aliados conducir el país a recuperar el sentido común y la coherencia perdida para recuperar la razón de ser de la Constitución y de las Instituciones Políticas del país.

Carlos R

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